Al echar un vistazo por este artículo podrás estar preguntándote, ¿es la sumisión una disciplina? Esa es una de las preguntas que me hice al investigar sobre este tema. Y es que decir sumisión en nuestros días es casi interpretado como decir una mala palabra. Nadie, y en especial las mujeres, desea someterse, pero ¿sabías que el deseo de rebelarnos es algo natural?
Desde el principio de los tiempos cuando Adán y Eva desobedecieron a Dios en el jardín del Edén y entró el pecado en nuestros corazones, los seres humanos detestamos someternos. En cambio, deseamos rebelarnos, primero contra Dios y luego contra todo tipo de autoridad impuesta por Él mismo. Por esa razón este tema es retador para nosotras, pues implica morir a nuestra naturaleza pecadora y a las voces de la cultura actual.
Pero ¿qué es la sumisión bíblica? El diccionario bíblico Hollman describe sumisión como la “ubicación voluntaria de una persona bajo autoridad y liderazgo de otra”. Y este concepto implica una relación en donde una persona lidera y otra persona voluntariamente obedece la guía de ese liderazgo. Al considerar esta definición podemos concluir que todos los creyentes tanto hombres como mujeres, hemos sido llamados a la sujeción. ¡Así es! todos debemos obedecer y someternos al liderazgo de nuestro Señor Jesucristo. En efecto, Cristo mismo modeló para nosotros la sujeción voluntaria al Padre como ejemplo a seguir. (I Corintios 11:3, Mateo 26:42)
Sin embargo, Dios también establece en Su Palabra otras autoridades y llama a las mujeres a estar sujetas al liderazgo de los hombres. Aunque este concepto es difícil para muchas de nosotras, especialmente a causa del pecado tanto de los hombres como el de nuestro propio corazón, lo cierto es que en Su sabiduría el Señor pide a las mujeres que gustosamente se sujeten al liderazgo que Él ha delegado en los hombres. ¡Así como lo lees! es Dios y no la sociedad quien ha determinado este orden (Efesios 5:22-23), de igual forma, es Dios y no los hombres quién nos está llamando en Su Palabra a llevarlo a cabo.
Entonces, ¿cómo luce la sujeción bíblica? A continuación, quisiera exponer algunos ejemplos de como podemos practicar la disciplina de la sujeción en nuestro diario vivir.
- La práctica de la sujeción en la soltería:
Las mujeres jóvenes que viven con sus padres son llamadas a obedecer a su papá como autoridad del hogar. Esto significa respetar las decisiones que él tome, como por ejemplo la hora de llegada de la casa y otras reglas familiares.
Quienes que no viven con su papá, pueden contar con el liderazgo de un abuelo, tío o el pastor de su iglesia local. En este y todos los casos de sujeción es necesario recordar que la única excepción a obedecer es cuando la guía de estos líderes se opone a lo establecido por el Señor (Hechos 5:29). - La práctica de la sujeción en el matrimonio:
Para quienes estamos casadas, nuestro llamado es honrar el liderazgo de nuestro esposo. Un ejemplo de esto es ser ayuda para él, apoyarlo en la toma de decisiones importantes del hogar y honrar su decisión final sobre estas. - La práctica de la sujeción en el trabajo:
En general, tanto hombres como mujeres que laboran están llamados a honrar a sus superiores, esto implica colaborar activamente con ellos, de forma diligente y con excelencia. - La práctica de la sujeción en la sociedad:
Socialmente, el Señor ha permitido autoridades como los jueces, policías, gobiernos, entre otros. También la Palabra nos hace un llamado para obedecer las leyes y seguir las regulaciones establecidas en la sociedad que vivimos. (Rom 13:1-7)
Al valorar el diseño divino, podemos afirmar que la sujeción es una disciplina a la que Dios nos llama a las mujeres. Para lograrla, necesitamos la ayuda del Espíritu Santo, pues no crece naturalmente, pero también necesitamos un corazón que reconoce que la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta para nuestras vidas. (Rom 12:2)