En Cristianismo progresista – Parte I escribí de qué se trata el cristianismo progresivo, una corriente que pretende renovar la fe que abrazamos a costa de la verdad. También desarrollé dos de los cinco elementos que describe la autora estadounidense Alisa Childers para identificar la ideología. A continuación, quisiera presentar los tres puntos restantes:
Las enseñanzas fundamentales de la biblia son reinterpretadas. Que Jesús es Dios y murió para salvarnos, que Él es el único camino a la salvación y que hay un juicio final, son doctrinas que jamás escucharás en una iglesia progresista. Por el contrario, estas verdades son rotundamente negadas o distorsionadas.
John Pavlovitz, escritor y pastor progresista, asegura que todo lo que hemos aprendido en la biblia está abierto a debate. Para lograr esto, se ha vuelto famoso el término deconstructivismo, que busca que cada quién imagine lo que la Escritura puede significar sin que haya interpretaciones malas o buenas. Algunos, por ejemplo, han llegado a decir que Dios Padre, al enviar a Su Hijo Jesús a morir en la cruz del calvario, cometió una especie de abuso infantil cósmico. ¡Así como lo lees!
Otras falsas enseñanzas, afirman que no somos pecadores y que no hay infierno. Sobre el infierno, Pavlovitz escribió un blog titulado: No cristianos, no merecemos el infierno (y probablemente no debamos preocuparnos por ello). En este breve artículo insiste en su creencia de que Dios no es capaz de enviar a nadie a una eternidad de sufrimiento. Aunque admite luchar con la culpa por pensar así.
Se redefinen los términos. No solo las enseñanzas bíblicas se reinterpretan sino las palabras. Es posible que los progresistas usen los conceptos bíblicos, el problema radica en que le dan un significado completamente diferente al que tienen.
Alisa Childers, expone un ejemplo de esto cuando visitaba una iglesia progresista en los Estados Unidos:
Recuerdo preguntarle al pastor: “¿Crees que la Biblia fue divinamente inspirada?”. Con seguridad, me respondió: “¡Sí, por supuesto!”. Erróneamente, yo supuse que, al usar la palabra “inspirada”, los dos entendíamos lo mismo. Meses más tarde, me explicó lo que quería decir: que la Biblia es inspirada de la misma forma y al mismo nivel que muchos otros libros, sermones y cantos cristianos. Claro, los cristianos históricamente no han entendido la doctrina de inspiración divina de esta forma. (Palabra+Gracia, 2020)
En su libro en inglés, Shameless: A Sexual Reformation, la autora progresista Nadia Bolz-Weber, asegura que santidad no significa apartado, sino unión o unidad. Con el nuevo significado de la palabra, Nadia certifica que Jesús mismo buscaba conexión con aquellos a su alrededor, definido por ella como “santidad”, y no separación, definido por ella como “pureza”. Y propone, que la “santidad” es superior a la “pureza” por lo tanto, que el sexo fuera del matrimonio o en parejas del mismo sexo no es más que un acto de “santidad” y por ende no debe avergonzar a nadie.
Estas explicaciones tienen el propósito de llamar a lo malo bueno, de camuflar el pecado y apaciguar la consciencia de quienes no quieren someterse al señorío de Dios.
El evangelio es reemplazado por la justicia social. Si no somos seres pecadores, ¿por qué necesitaríamos un salvador? Para el progresista la muerte de Cristo fue simplemente un ejemplo de perdón a sus enemigos airados de la época. La muerte de Jesús, para ellos, no tiene nada que ver con la justicia de Dios, la redención o la propiciación. Inclusive, algunos no creen tan siquiera que Jesús es Dios. De modo que, el componente más importante de su práctica no es Cristo sino los actos de justicia humana.
Aunque estamos claros que la Palabra de Dios nos llama a cuidar de los vulnerables y practicar la justicia, para el verdadero creyente, este llamado nunca está, y nunca estará, por encima de la obra de Cristo.
En oposición a esto, las iglesias progresistas han dado un enfoque prioritario y enfático a la justicia social. Ellos celebran y apoyan activamente a la comunidad LGBTQ+, movimientos como Black Live Matters, el feminismo, movimientos ecológicos, entre otros. El activismo es una de sus principales marcas y busca el “bienestar” de la sociedad a través de hacer sentir a todos justos, aunque su justicia desvíe la mirada del evangelio y la ponga en el hombre y su propia capacidad.
A pesar de estas abismales diferencias, los progresistas insisten en que ellos simplemente son cristianos, quienes están avanzando en conocimiento. Además, sus exponentes se jactan de gran profundidad intelectual y espiritual, la que usan como instrumento para mirar con desdén a quienes conservan las enseñanzas reveladas en Jesucristo. Pero ¿qué dice la biblia realmente? Eso estaré abordando en el próximo artículo.